No tenemos inadaptados. No tenemos barrabravas.
No escupimos a los rivales. No tenemos muertos en las tribunas.
Alentamos a grito pelado y cuando nos ganan
aceptamos como verdaderos caballeros la derrota. Los de nuestro deporte somos
todos del mismo equipo, aunque cinchemos por distintas casacas en un final de
verde y amarilla.
Los burreros perdemos casi por obligación, pero
el resultado adverso no nos habilita a tirar botellas. Vamos al hipódromo sin
gomeras.
Somos mansos. O bien educados. Inclusive
tenemos nuestro día. A veces nos desprecian y nos acusan de jugarnos el resto a
las patas de un tungo roncador. No le hacemos mal a nadie. Otros si.
¿Sabe que? Lo de este sábado en Nuñez hizo que
me gusten más las carreras de caballos.
Lo escuché a D'Onofrio contar que le había
pedido a Angelici que moviera todos sus contactos en la Ciudad para asegurar
que el partido se juegue el domingo, sin clausura de estadio. Angelici tiene
llegada a la justicia. Le pedía que la maneje el hombre que en las próximas
legislativa quiere estar en una boleta.
Lo escuche a Tevez decir que el médico de la
Conmebol estaba presionado cuando fue a revisar a los jugadores al vestuario.
Era el médico que después recomendo que el Boca River se hiciera a pesar de las
lesiones de, minimo, tres jugadores.
Escuché a un oftalmólogo del Otamendi decir que
Pérez no tenía el alta médica por su herida en el ojo izquirdo y más tarde que
el capitán de Boca estaba en la lista para salir a la cancha.
Escuché a un hincha culpar a los médicos por la
suspención del partido antes que a los forrajidos que atacaron al micro de
Boca.
El clásico de Palermo se larga este domingo a
las cinco, con fans locales y visitantes. Es a la misma hora que supuestamente
comienza el súper clásico.
¿Sabe qué? Me voy a estudiar el programa.
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