EDNA
Para
Bandera Verde Turf
No existen verdades absolutas dentro
del turf como tampoco creo que se puedan encontrar en otras disciplinas
deportivas, pero por lo menos se acercan bastante a lo que podríamos llamar
“teorías de aceptación tacita”, que no es otra cosa que dar por sentada la
certeza, en base a la opinión de la mayoría. Sin embargo, tratándose de
caballos de carrera, ni siquiera esto
funciona porque predomina la opinión personal sobre cualquier otro argumento
que este fundamentado en el mayor número de gente que piense o crea lo mismo.
En materia de razonamiento equino, la calidad se impone claramente sobre la
cantidad o sea que no importa demasiado si un comentario cuenta con mayor
movimiento de cabezas asintiendo, sino el peso que puede tener desde la
experiencia y la sabiduría de quien lo dice.
No obstante hay escoyos y trincheras
que no se pueden saltar porque hasta los mismos encargados de dar cátedra aun
no encuentran la formula que pueda darles la razón. Uno de los temas más
complicados, para dar un ejemplo de lo difícil que resulta explicar la magia de
un sangre pura en la competencia, es responder a la pregunta: ¿Cuál es la
virtud más importante que debe tener un caballo de carreras para ser exitoso?.
Si hay interrogantes que generan polémicas este es quizás el que se lleva el
primer premio. Para intentar buscarle una respuesta ubiquemos en orden cuatro
factores que cuentan con el mayor peso a la hora de decidir: velocidad,
resistencia, sanidad y temperamento.
Si bien a primera vista aparece la
velocidad como factor primario, los que no están de acuerdo sostienen que sin
alguno de los otros tres, se desdibuja la campaña. Para ser más claros, con la
velocidad no basta si el caballo no aguanta el ritmo, salvo que sea un
cuadrero. También tiene un papel definitivo la sanidad, porque la vida útil de
un ejemplar es corta en términos de competencia y si se pasa esa vida entre
algodones no tiene sustento su actuación. Por último también el carácter del
caballo incide muchísimo, porque la historia está llena de potenciales cracks
que ya sea por ser cobardes a la hora de la lucha como por ser demasiado
rebeldes o nerviosos, sufren un desgaste
anímico que reduce su capacidad locomotiva a niveles paupérrimos.
Resulta sencillo calibrar estas
opciones y armar el cuadro de un gran pingo con la suma de estos atributos,
hasta parece una ecuación matemática como que dos más dos son cuatro. Pero la
pregunta madre queda sin contestación.
Ahora bien, cuando a cada uno de los
propietarios se le pide su preferencia en ese aspecto, las respuestas varían
mucho. Es probable que eso acontezca porque vuelcan el pasado sobre su opinión,
de acuerdo a lo que les haya sucedido con anteriores animales. Igualmente
podemos decir que en una pequeña encuesta, que es reciente, la cuestión es muy
peliaguda, aunque tiene una mínima ventaja la sanidad. “Quiero un caballo que
corra seguido, no que compita dos o tres veces al año…” …no me importa no tener
un crack, quiero verlo correr sin tener que estar llamando todos los días al
veterinario”, son los comentarios más comunes. Por otro lado, los que prefieren
que sean ligeros aseguran que… “Si no me sirve, lo llevo a cuadreriar, pero
tiene que ser veloz..”. También hay quienes no soportan los caballos que solo
son rápidos… “quiero que corra la larga, además en las de fondo corren pocos y
siempre podes chapear”… Es probable que el que menos adeptos tenga sean los que
prefieren el temperamento… “con un caballo que tenga coraje podes intentar
cualquier hazaña, no me gustan los amargos que temblequean antes de largar…”.
Como pueden observar, razonamientos
lúcidos y válidos abundan, si bien ninguno tiene carácter de verdad absoluta,
es cierto que contienen un costado sincero, que se inclina para uno u otro
lado, de la mano de los sentimientos.
En definitiva cada quien tiene su
propia referencia con argumentos válidos y difíciles de rebatir, el tema es que
todos juntos hacen el crack, entonces la discusión queda abierta a cualquier
interpretación que tiene que ver más con lo que sentimos que con lo que vemos.
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