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viernes, 3 de marzo de 2017

Mimosa, la leyenda que se convirtió en papel, la yegua que le ganó la carrera al tiempo…

"Mimosa, yegua bonita / ligera como una luz / tenés ancas de avestruz / que nunca te han de faltar. / Yo siempre te he de jugar / teniendo plata y salud". (Poema anónimo)


Fue llamada "La yegua de los pobres", y en tan sólo cinco años y 16 competencias se ganó un lugar en los corazones y en la memoria de las miles de personas apostaban a sus patas los pocos --o muchos-- pesos que tenían; incluso llegó a ser comparada con Carlos Gardel.

MIMOSA 
Su sola presencia, cuentan quienes pudieron verla correr en la segunda mitad de la década de 1950 en el club Hípico de Tornquist, en Coronel Suárez o en Olavarría, atraía a entre 7 mil y 8 mil personas que arribaban en auto, a pie o en tren desde distintos puntos de toda la zona.

 Incluso, sus dueños llegaron a sacar un aviso en algunos matutinos nacionales, desafiando a cualquier caballo de Sudamérica a competir con Mimosa en una carrera de 400 metros, aunque no se concretó ninguna competencia. Llegó también a ser nombrada "la yegua del pueblo" en la elección de 1958, en la que el general Perón pidió a los peronistas votar en blanco.

 "La leyenda de Mimosa (o La Mimosa) comenzó en la Nochebuena del año 1950, en la estancia El Hinojo, de Coronel Suárez. Ganó 14 carreras y solamente perdió dos: una que (se dice) fue manipulada; y otra en Marcos Juárez (Córdoba), en 1960, ya en el ocaso de su carrera", cuenta Marcelo Algañaraz, periodista tornquistense autor del libro Mimosa, historia de una leyenda cuadrera.

 La yegua debutó con un triunfo en el año 1955 en la denominada Polla de Productos, en Coronel Suárez, e inmediatamente fue comprada por un grupo de amigos pigüenses.
 En su haber figuran los triunfos ante caballos de renombre como Peumallén, de Río Colorado; Carado, quien por ese entonces tenía el récord en los mil metros en el hipódromo de Palermo; Pulguita, de Coronel Dorrego, también conocida como la famosa yegua Doria; Santiaguito, de Venado Tuerto, quien también le propinara una de sus derrotas; Vinito, de Olavarría; Kalifa, de Coronel Pringles; Tirador, de Coronel Suárez; y Capricho, de San Pedro.
 "Este animal marcó a mucha gente de esa época. Se decía que nunca dejaba a pie a nadie, porque aquel que le apostaba, automáticamente se aseguraba ganar unos pesos", recuerda.

 Quienes conocen de turf, aseguran que su presencia fue la piedra fundamental del club Hípico y Social Las Sierras en la década del 50, convirtiendo a Tornquist en capital cuadrera; que entre 7 mil y 8 mil personas se juntaban para verla correr contra otros caballos; que no corría distancias mayores de 700 metros; que sus jockeys fueron Luis Galloso, José "Pelado" Arce y Pablo "Purlo" Gallo; que entre 400 y 500 metros "no le ganaba nadie"; y que cada actuación suya era una verdadera fiesta.

 "Muchos cuentan que los trenes llegaban abarrotados de gente para verla correr, ya fuera desde Pigüé, Coronel Suárez y Bahía Blanca. Dicen que contra Peumallén hubo 7.500 personas en la pista, cuando en Tornquist había 4 mil habitantes", dice Algañaraz.

 Después de la derrota en tierra cordobesa, sus dueños la llevaron al campo para que tuviera cría. Padrillos de renombre no faltaron, pero fue muy difícil que pudiera quedar preñada. En 1964, el único potrillo que dio a luz no sobrevivió al parto prematuro; y La Mimosa, aquella de tardes memorables en Tornquist, Olavarría, Pigüé y Coronel Suárez lo siguió en la muerte a los pocos meses, sin que los veterinarios pudieran hacer algo por torcer la historia.

 Y en ese momento se ganó un merecido lugar en la conciencia popular.

MIMOSA en una de sus tantas presentaciones 
Una gran repercusión

 Algañaraz presentó el libro Mimosa, historia de una leyenda cuadrera a mediados de julio del año 2013, e inmediatamente tuvo una gran repercusión.

 "El tema de los 'burros' siempre me interesó, porque cuando tenía siete años mi papá me llevó por primera vez a ver las carreras cuadreras", recuerda.

 "Siempre había escuchado hablar de La Mimosa, y hace 14 años me decidí a comenzar a entrevistar, en Tornquist, a personas que la habían visto correr. En Coronel Suárez hablé con quien la vio nacer, Armando Barraza; a quien la domó, Cristóbal 'Pocho' Teco; a Pablo Gallo, que la corrió contra Tirador; y a uno de sus dueños, Rolando Roubellac, de Pigüé", agrega.

 Luego de recolectar varios textos y fotografías, pensó en gestar un libro y se decidió a publicarlo. Lo hizo bajo el sello Intercoop, cuenta con 72 páginas en formato A4 y unas 40 de imágenes, con papel fotográfico.

 "Envié una copia a Australia, a un hombre que se fue de nuestro país en 1978 y la había visto correr. Como respuesta, la mujer me mandó un mail contándome que su marido lloraba de emoción cuando vio el libro", comenta.

 "Esto lo empecé como un hobby, y terminé encontrándome con algo que no esperaba. Por la repercusión que hubo, uno se da cuenta de lo que ha significado esta yegua. En la zona, algunas personas tienen incluso merchandising de Mimosa, como estatuas de yeso con su nombre escrito; también le hacían varias poesías. Era venerada; existe una mística a su alrededor", añade.

"A los 80 metros se terminaba la carrera"

 Rolando Roubellac es uno de aquellos cuatro amigos que compraron La Criollita en 1955, junto a su hermano Roberto, Pedro Palloni y Pedro García, y le cambiaron el nombre por Mimosa.

 "No me acuerdo cuánta plata costaba, pero era bastante. La yegua estaba en una estancia cerca de nuestro campo, y aunque había corrido y ganado, nadie quería comprarla porque valía mucho. Entonces, un día nos juntamos y nos decidimos a comprarla", recuerda.
 "En esa época no teníamos mucha idea de turf; y nos fuimos haciendo del ambiente a medida que pasaban las carreras. El nombre se lo cambiamos para que no se supiera que era la yegua que había ganado la polla en Coronel Suárez. Era una práctica que se hacía mucho en aquella época", dice.

 Roubellac recuerda a Mimosa como una alazana mansa, que en velocidad marcaba 16,2 segundos en los 300 metros.

 "¿Cómo la gente no se va a acordar de ella? Era furor: un animal de esa categoría, que ganaba las carreras cómodo. La corrimos hasta en 700 metros de distancia, pero el tiro de ella eran los 400. De cualquier manera, a los 80 metros se terminaba la carrera", recuerda.
 "La gente nos seguía mucho. Era otra plata, pero los premios eran buenos. Corrimos mucho en Tornquist, Olavarría y en otros lugares. En los hipódromos no pudimos hacerlo, porque no teníamos papeles y no era un animal pura sangre; si no...", agrega.

 Fue tal la fama de Mimosa, que a sus dueños les era muy difícil concertar carreras; y si o hacían, debían aceptar apuestas muy desfavorables para ellos.

 "Era favorita siempre, y al final no podíamos correr con nadie. Si se le había ganado a Carado, que era el caballo más rápido que había en ese momento, ¿con quién más podíamos correr?", se pregunta.

 "Por esa época, había gente que jugaba muy fuerte, y algunos ganaron mucha plata. En mi caso, con lo que ganamos en una carrera, pude cambiar una camioneta Ford A impecable por una Ford modelo 1935", comenta.

 Una vez retirada de las cuadreras, Mimosa fue llevada a un campo para que fuera servida, aunque no podía quedar preñada.

 "Había gente que tenía un padrillo importado y la hicimos servir, pero no quedaba preñada. Cuando finalmente lo hizo, el potrillo no sobrevivió al parto y ella se fue muriendo. No hubo forma de salvarla", señala.

 "Si hubiera tenido cría, supongo que seguiríamos con las carreras de caballos, pero nos agarró tanta tristeza con su muerte que preferimos dejar todo", añade.










La frase
 "A Mimosa la compramos sin pensar qué tan buena podía ser. Pero cuando empezamos a cronometrarla y hablamos con los dueños de otros caballos, nos dimos cuenta de lo que teníamos". Rolando Roubellac








Desafío

 El 26 de julio de 1959, los propietarios de Mimosa lanzaron un desafío a través de "La Nueva Provincia" en el que, en forma de nota, contaban el impecable currículum del animal señalando que "están dispuestos a enfrentar a su crédito con cualquier animal, no solamente del país, sino también del extranjero. Para ellos los interesados, deben dirigirse a las personas citadas estableciéndose como única condición que el lance, se cumpla sobre la distancia de 400 metros y en la pista de la vecina localidad de Tornquist".


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