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sábado, 26 de enero de 2013

REFLEXIONES BURRERAS



EDNA

Para Bandera Verde Turf


Entiendo que el Turf debe hacer una lectura profunda y correcta de su vigencia y su futuro.

No quiero pecar de pesimista, pero jamás vi un deterioro tan grande como el que estamos atravesando, no tanto en lo turfístico, sino en lo humano. La desconfianza, se nota en los foros, ha ganado la tribuna, y las publicaciones.

El turf por intermedio de sus autoridades deben tomar en cuenta de ello y buscar las posibles salidas. Deben concientizarse de otorgar la máxima cristanilidad a todo lo inherente al hipódromo. Creo que ya es tarea de todos. No debe tener un trato parcial sino global. Además exige un sinceramiento real en todos. No alcanza con no permitir tal o cual medicamento y permitir que a unos pocos kilómetros se evadan todo tipo de reglamentos en ese aspecto y muchos más.

El turf local debe marcar rumbos definitorios en ello. Tienen la obligación de informar. El hipódromo no lo hace. Sanciones retenidas, cuestionadas, con criterios distintos y sistemas de control diferentes. Programaciones individuales de los máximos, sin siquiera conocer con anterioridad las de sus competidores y me refiero al resto de lo hipódromos. Basta con registros cronográficos que resultan dudosos para una parte de la afición. Volver al registro manual en los guarismos oficiales, por lo menos como actores paralelos al sistema a cargo.

Se que me dirán que es ir contra el mundo.

También vamos contra el mundo con un sistema de llamados arcaicos y vetustos, de la época del pasado. Mientras en otros países se corren otros tipos de pruebas, acá no se les acepta o mejor dicho se les desprecia. Basta con "figurines" amparados por TODOS que nada bueno le hacen al turf. ¿No sería mejor que una vez suspendido el profesional, por el tiempo que dure la pena se otorgue un permiso al capataz o capataces del mismo, para presentarlos con la aclaración pertinente? Para ellos tenemos que conocer el stock con que cuenta cada hipódromo. Tanto caballar como humano.

Eso no se hace porque no conviene, porque no se quiere dar transparencia a la actividad. Los ejemplares anotados procedentes del interior, que son muchísimos, debería informar el hipódromo, o los hipódromos, sus lugares de procedencia, Eso se logra trabajando en serio en turf. Ninguno estamos ajenos a esas falencias. Esto es por plata, no es por porotos. Individualmente es imposible de lograr. Unidos todos dejando nuestras apetencias personales en el atril, vamos a empezar recién ahí el camino que nos lleve a la claridad, a la transparencia, a creer en los fallos, a volver a creer en el turf.

Existen Escuela de Aprendices y Escuelas o Cursos de Capacitación para Entrenadores. Lo veo muy bien. Todo lo que se haga en pos de crear futuros actores de la programación es bienvenido. ¿Y los peones, para cuando? Una Escuela que forme peones, que los saque de la calle, que los eduque, que se inserten en la vida misma desde jóvenes, Que aprendan junto al trabajo fundamental de un stud, el querer, el amar al caballo. Su fuente de ingreso a futuro.

No nos dejemos engañar por la astucia de "parlanchines", que logran llegar a transformarse en entrenadores de caballos, gracias al trabajo del peón. El peón es quien más convive con el animal. Es él quien descubre defectos, dolores, mañas, etc y por lo general es el personaje anónimo de una película con actores de primera. Es el paso previo, al aprendiz. Conocer desde chico lo que es el vareo, lo que significa en la vida del entrenador esa faceta. Se nota " a la legua" la falta de peones, la escasez de esa función, cara para algunos, muy barata para otros. Se me dice que "encarece" la pensión mensual. Claro que puede ser cara para aquellos peones, que sin futuro dejan la vida en el stud o en los studs. Es una actividad que debe programarse de arranque. Con premios y castigos, con enseñanzas de vida. Con distintas tareas de acuerdo a las condiciones y características de cada uno.

Una labor para jóvenes y a su vez determinar distintas condiciones que al llegar a cierta edad, de no reunir los conocimientos que auguren un futuro útil, lamentablemente pasen a ocupar otros cargos menos remunerados dentro de la actividad o dejar la misma. Todo eso debe estar reglamentado. Por quien será menester de cada hipódromo de estudiarlo, aplicarlo.

La tarea de quienes dirigen la actividad no solo se limita a concurrir al hipódromo los días de carreras. O el de ir a la mañana a pedir boxes al Encargado de los mismos para un entrenador amigo. ¿Será tan dificil programar algo que redunde en beneficio de la actividad? ¿Que abra puertas a un futuro cercano, inmediato? Parecería que los directivos empresariales afectados a la hípica, cuidan tanto el bolsillo de su tesorería, mientras que por otro lado dilapidan dineros en frivolidad, bebidas finas y autos 0 km que poco hacen a favor de la misma empresa.

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