En el turf, ese mundo en el que las mujeres son minoría, pero desde siempre compiten y trabajan en igualdad de condiciones junto a los hombres, asoma desde hace mucho tiempo una mujer muy genuina. Cecilia Rivero, una morocha de ojos brillosos y con unas agallas tremendas que todos los días enfrenta la vida decidida a superarse a si misma.
CECILIA RIVERO |
En una agradable mañana de marzo, en la popular barriada del
oeste concordiense, vamos al encuentro de nuestra entrevistada. El barrio es bullicioso
por su cotidiano trabajo que mezcla sonidos de autos, bocinas, herraduras sobre
el pavimento y cumbias que llegan apagadas desde lejanos caseríos vecinos.
En el amplio patio de su casa encontramos a Cecilia,
preparando delicadamente un recipiente con pintura para darle rienda suelta a su
artista reprimida y poder embellecer la casita de muñecas de su hija.
Su documento reza Cecilia Beatriz Rivero de 44 años de edad,
que aclara entre risas que no tiene problemas para decir sus años. Cualquiera que
tenga ese rostro terso y juvenil jamás tendría problemas de confesar sus
primaveras…
Comenzamos hablando y le preguntamos cuales fueron sus
primeros pasos dentro de este apasionante mundo y cual fue ese vínculo inicial
que la atrajo; a lo que responde muy segura: “Al mundo del turf llego un poco
por genética, lo llevo en el ADN como quien dice, salí burrera como mi papá, él
siempre tuvo caballos de carreras y con él aprendí lo que era querer al caballo
y a participar de las cuadreras y aparte me crie en el campo y eso influye también”.
Nos comenta sobre ese primer caballo al que atendió, y que de
alguna manera la marco y la anclo definitivamente a la actividad: “En mi casa teníamos
un tordillo que se llamaba “Sin comentarios” y que habíamos criado de
potrillito que competía en las cuadreras y que estuvo hasta que fue muy viejito
en mi casa. Pero lo que me marcó no es solamente por las ganadas, lo más
importante es que fue mi primer caballo que compartí con mi padre, esa es, de
alguna manera, una marca imborrable”.
Cecilia es la señora del ex jockey y actual preparador Luis
Ojeda. Desde que comenzamos nos aclara: Yo lo apoyo en todo y hago todo lo que
puedo para ayudarlo, pero el cuidador es él. Con mucha alegría y sin pesar nos
cuenta todo lo que hace para poder colaborar con su compañero: “Ayudo a poner
inyectables a los caballos, controlo el vareo, controlo los tratamientos que
son estrictos para algún caballo con alguna patología especial, manejo el tema
de los peones y vareadores, todo esto lo hago de lleno cuando él no está, sino
de todo se ocupa “El Negro” – como lo llaman todos a Ojeda, cariñosamente-
simplemente lo ayudo y trato de que se le haga más liviano el trabajo. Él viaja
mucho a competir a los centrales y acá siempre tiene que estar alguien y ese
alguien soy yo”.
Con un relato constante y vivaz expresa: “hay días que
comienzo a las cinco de la mañana y aparte de todos los que haceres del stud también
me ocupo de mi casa y mis hijas. Como así también de la contabilidad del stud y
el hogar”.
Cecilia y Luis Ojeda |
Juntos a la par …
Cecilia hace quince
años que comparte su vida con Ojeda, con quien formo una familia. Carla Mariel
(18) y Clara Margarita son sus hijas. Ambas vinculadas a la actividad
turfistica desde muy chiquitas. Clara disfruta mucho de sus paseos en su poni “Atorrante”
y en la yegua montada que tiene para andar. Disfruta mucho tomarse fotos con
las pilchas de jockey de su padre y una que otra vez prueba con montar algún SPC
del stud, aunque lo hace muy temerosamente.
A nuestra entrevistada se le ilumina la cara cuando habla de
su familia y nos remarca la importancia que tiene para ella: “Antes quizás vivía
mas pendiente de otras cosas, pero ahora disfruto plenamente de mi familia. Cuando
Luis esta acá trato de pasar mucho tiempo con el y con mis hijas. Siento que el
tiempo pasa muy rápido y a veces no tomamos conciencia de eso y lo dejamos
pasar o lo reemplazamos por cosas más superfluas. Para mi brindarles mi tiempo
es lo mas hermoso que puedo hacer, no solo por a ellos sino a cualquiera”.
Aparte de todo lo que realiza, Cecilia, es una mujer muy comprometida
con la vida y la ayuda social de su barrio. Confiesa sin tapujos que si tendría
más tiempo lo dedicaría todo a brindar ayuda social. Trabaja activamente
ayudando al ropero solidario de su barrio y consigue donaciones para aquellos
que lo necesitan. También trabaja en la
comparsa infantil donde participa su hija Clara y aclara que no es una
improvisada ya que tiene estudios en turismo, relaciones publicas y un
terciario inconcluso. Nos expresa abiertamente que siempre que puede ayuda a
los demás y que le encantaría trabajar en algún proyecto de ayuda social.
Por unos minutos somos interrumpidos y el deber la llama: “tengo
que pagar a los vareadores porque hoy es el día de paga”, dice y se levanta
para atender a los chicos que llegaron a su casa.
Al retomar nuestra charla le preguntamos que siente ser la señora del cuidador mas exitoso que tiene esta ciudad: “Me siento muy orgullosa del trabajo que hace y de todo lo que ha logrado. Siempre digo que mi lugar es al costado de él, a la par, para apoyar para acompañar. Estoy super orgullosa de él porque no es un trabajo fácil y siento que cuando va a los centrales o a todos lados la gente lo reconoce y le expresa ese reconocimiento y eso me hace sentir bien y orgullosa” nos relata visiblemente emocionada…
El matriarcado del turf
Desde su lugar Cecilia habla de la igualdad de genero en el
turf y nos cuenta que ha tenido peonas trabajando con ella y cree fermente que
de a poco el turf esta anivelando el trato y la igualdad entre las mujeres y
los hombres. Cree que nace una nueva etapa donde la mujer esta ganando mas
terreno.
“Quiero decirles a las chicas, que no es el maquillaje y tu
aspecto lo que importa; eres mucho más que tu imagen. Importa el sacrificio,
madrugar, luchar e imponerse en un deporte en el cual todavía existe machismo y
ciertos tabúes”.
En tiempos de cuarentena y sin actividad turfistica, Cecilia enfrento las cámaras y dio testimonio de la angustiante situación que atravesaba el turf. |
La mamá de todos…
Su trabajo le exige que a veces se quede a cargo de mas de 30
caballos, 16 peones y los vareadores; tarea que ella, nos cuenta trata de que
sea amena: “Acá siempre compartimos todo con los chicos desde las facturas para
el mate de la mañana hasta los asados con los patrones. Siempre trato de
inculcarles de que formamos un equipo y a veces me siento como la madre de
todos ellos. Los cubro, los reprendo si es necesario y de lo que mas disfruto
de cuando nos juntamos a ver una carrera de algún caballo que compite en los
centrales, porque todos vienen acá a casa y sufrimos con los nervios y lloramos
de emoción si ganamos o simplemente compartimos la amargura de la derrota”. “También
Tenes esas cosas que te ponen triste como la muerte de algún caballo, como paso
hace poco con Chacota que se nos murió en nuestros brazos y su peón lloraba al
lado del caballo. Eso acá también se comparte y se trata de hacer más llevadero”.
Nos habla también de las cosas que a veces la ponen mal como
los prejuicios generados dentro del ambiente hacia su persona y de lo que eso
le genera: “Me hace ruido que se hagan prejuicios sin conocerme y que muchas
veces ni siquiera te den una razón valedera para decir esta u otra cosa sobre mí.
No me quita el sueño, pero no entiendo por qué se genera eso”. Evidentemente
los prejuiciosos y los malos intencionados no conocen a Cecilia en profundidad
sino no podrían actuar de esa forma.
Su referente de vida es la Santa Madre Teresa de Calcuta a
quien admira profundamente por su desapego y por su obra. No tiene ídolos de ningún
tipo y trata de vivir la vida de forma simple y austera. Disfruta de que le cuenten
historias de antaño y a la hora de los logros o los triunfos ella mira de
afuera en un costado.
Esa humildad no quita de que tenga una mirada y un pensamiento
critico sobre la actividad local y sentencia: “Creo que falta mucha unión entre
todos y compromiso para sacar esto adelante. Que se pueda trabajar en unión y armonía
para poder salir y que todos podamos ser participes de los logros”.
Ya terminando nuestra charla le pregunto a Cecilia si es Feliz
y sin titubear responde: “Sí, soy feliz con lo que hago y me siento orgullosa…”
Ella puede pintar la casita de muñecas de su hija, pero nunca
pintó sus sueños y anhelos, sólo pintó su propia realidad y logró imponerse y
ganarse su lugar. Coraje, sacrificio, determinación, compromiso, resistencia,
corazón, talento, valentía. De esto es de lo que esta hecha Cecilia, y se le
nota…
Cuantas como Cecilia necesita la vida, el mundo, el turf…
Nos vamos con la satisfacción de la tarea cumplida y con el
profundo agradecimiento a una mujer que todos los días lucha a la par de su
compañero de vida en un mundo que no es nada fácil, valiente, decidida,
pasional, comprometida con la vida, con el turf y su gente…
Llamar a las mujeres el sexo débil es una calumnia; es la
injusticia del hombre hacia la mujer. En el turf se ganaron su lugar y el
respeto de una exigente afición.
En el mes y el Día Internacional de la Mujer,
quería dejarles este reportaje, en homenaje a todas esas mujeres que nos
enorgullecen, nos inspiran, motivan y nos marcan el camino a seguir.
Hasta la próxima…
BANDERA VERDE
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