TODAVÍA RECUERDO VERLA
SALIR CORRIENDO DEL CUARTO DE JOCKEYS, EN UNA RODADA CERCA DEL DISCO. NO TIENE
LA CARA DE BUENA COMPAÑERA, ES, Y POR ESO LA QUIEREN
Tiene que ver con lo que
comentamos en la sección Jockeys, y Lucrecia Carabajal, en la foto, parece
estar mirando lo escrito. Ella es la única que sabe lo que pasa con todos los
jockeys, no con uno solo. Sucedió con muchos o que ya estaban en la casa, o con
los internados en situaciones difíciles.
Incluso a sabiendas de lo que es estar afuera, en otro país, con
otro idioma, con casi todos cruza mails, se hablan, está en contacto con ellos,
es como un ángel de la guarda, que tiene tiempo, mejor dicho se lo hace, para
estar con sus compañeros en momentos comprometidos.
En la tercera carrera del
programa del 21 de julio en Palermo, otra vez se lució corriendo a Inter
Melódico, un ejemplar algo “loquito” que quiere hacer lo que quiere con los
jockeys que lo montan. Pero con “La Mujer Maravilla” no se juega. Ya en la
carrera anterior, había corcoveado bastante camino a partidores y encima había
largado frío. Esta vez no, le “dijo” al oído. Lo llevó de rienda firme al fondo
de la recta y desde el mismo momento que largaron no lo abandonó ni un instante
y desde la tranquera que le vino gritando.
Y otra vez pudo ganarle a Pablo Falero, comentando cuando
pesaba, “me deja ganar porque es bueno”. Por tan solo ¾ de cuerpo y en 55”75
pudo cumplir con lo que le había dicho al retirarse del Bazterrica a Roberto
Quinteros, operado el día jueves.
Corro dos, (con la otra monta no tuvo suerte) y regreso a verte,
le dijo al querido Roberto, que está luchando por salir de esa tremenda rodada
en las pistas de entrenamientos.
La operación fue durísima, si hasta el mismo facultativo comentó
la fuerza de Quinteros en recuperarse, otro ser humano no hubiese aguantado
semejante golpe.
Y allí estaba Lucrecia, corriendo, entrenando, ganando y
brindando su cariño, su amor, su amistad, con sus colegas. Una tipa fantástica,
que se hizo dura de a caballo, compitiendo con los hombres, pero que tiene un
corazón así de grande.
La quieren, todos…
por Osvaldo Martinez
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