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martes, 11 de agosto de 2020

Carta de un trabajador del Turf

 La imagen puede contener: 2 personas, personas de pie y exterior


Mi nombre es Julián Petrera. Soy entrenador de caballos de carrera. Una profesión de pasión, constancia y arte en distintas formas de hacerlo.

Soy sólo un complemento de la actividad hípica del Turf. Sin duda a lo mío le doy el valor de ser y hacer dentro de una industria que me gustaría se conozca tal cual es. Por ese motivo y como para reflejar la importancia que tiene, escribo de una manera quizá sin "números" que demuestren, pero apelando a quien lea a sacar de mis escritos la cantidad de familias que de ella viven.

¡Y es así, VIVEN! Me gustaría mucho que todos sepan que, desde un campo argentino de un criador de caballos de carrera, nos hemos posicionado en el mundo como un país de los principales generadores de crianza. Desde ese campo argentino, los propietarios criadores generan cantidad de puestos de trabajo que sólo conlleva mano de obra humana. Lo del campo en el campo, y lo externo al campo de cría es también incluido a mano de obra humana. Ahí en ese punto base, el campo argentino de un criador, nace nuestra tan apreciada mundialmente industria

¿Cómo sigue? Sigue con la pasión, constancia, dedicación y esfuerzo de muchas etapas de la actividad que obviamente y con el amor, atiende, cuida, alimenta y le da sanidad al caballo atleta sangre pura de carrera. Desde su nacimiento, en crianza, su manejo de amanse y educación, su preparación para empezar su entrenamiento competitivo y hasta llegar a ser un caballo sangre pura de carreras en competencia, todo lo relacionado a ese atleta, lleva a su lado al ser humano y a la familia de cada uno.

Sumen, imaginen, no es difícil encontrar el volumen y la cantidad de trabajo que esta industria genera. Agreguen todo lo que vean relacionado a ella. Lo digo porque hay que tener en cuenta también ocupaciones hacia la actividad que también son de mano de obra humana (empleados de hipódromos de la Argentina) como ejemplo. Ellos también, aún sin estar a veces directamente con los sangre pura de carrera, hacen de los hipódromos nacionales, lugares seguros para que el caballo atleta compita con sanidad y control.

Amo esta actividad a la que me dediqué desde muy adolescente. Y la siento muy mía, pero con la gran necesidad y deseo de compartirla con todos. Quiero una Argentina orgullosa de lo que representa esta actividad, no sólo para el país en el que vivimos y amamos, sino para el mundo que siempre nos ha elogiado como criadores y productores de excelencia.

Un Turf moderno es lo que espero. Un Turf transparente que refleje nuestra hermosa realidad. Un Turf que llegue a todo el mundo como nosotros recibimos de todo el resto del mundo. Libremente y sin ataduras a falsas conjeturas de lo que somos. Para todas esas familias que viven de esto que es algo tan grande no sólo en volumen y numero, sino en calidad de valor humano alrededor de un ser tan noble como es el caballo sangre pura de carrera, va mi extensa explicación de algo interminable de valorar.

Ojalá haya dejado algo a pensar. Y que si alguien puede hacerlo llegar a quien corresponda que ayude a nuestra amada actividad, me voy a sentir el hombre hípico más satisfecho en el mundo sin necesidad de carreras ganadas.

Abrazos a las familias del mundo del caballo sangre pura de carreras.

N. de la R.: en la foto junto a Oscar Mansilla, con quien trabajó en Los Cardales, el autor de la carta también estuvo en el campo con Juan Carlos Maldotti, en el Haras La Pasión, colaboró con Edgardo Martucci, fue capataz del Haras La Quebrada en San Isidro, y actualmente cuida en Palermo.

 


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